Te invito a leer también mis RELATOS

Sudor Desnudo

Digo tu nombre
ahora que no te recuerdo,
ahora que mi sombra es la sombra de los astros,
ahora que
lentamente,
con un viejo pincel
mojado en la noche,
pinto mi cuerpo de oscuridad y estrellas.

Digo tu nombre.
Y al decir,
lo palpo,
lo saboreo
lentamente
en mi boca.
Ahora que el verano se escapa con el viento de esta noche
con la que me fundo
poco a poco
desapareciendo
mientras me pinto de ella,
en ella.

A veces, yo también me dejaba arrastrar por ese mismo viento.
Y me bañaba allá lejos, en el límite del mar,
mirando las estrellas,
esas estrellas que siempre
brillarán
en mi piel
de noche.
Entonces, cuando empecé a perder el miedo a vagar por las montañas
tras ocultarse el sol.
Cuando empecé a perder el miedo a los acantilados
que más allá respiran con aliento de muerte.

Mas tú nunca entendiste que la noche me ilumina,
que pertenezco al verano,
que me hago sueño y soy su sueño,
que nazco del vientre del fuego
sobre el cadáver de las gramíneas,
que a veces su luz -mi luz- es verde,
como la piel de un lagarto.

Tu boca es como tu nombre,
tu nombre es como la sangre
y quisiera inyectarlo lentamente en mis venas
aunque no te recuerde
ni tú me entiendas.

La tarde es una taza de líquido azul luminoso
cuando deseo, más que nunca, volver a verte.
Y te siento tan lejana cual la lluvia y la neblina
ahora que el verano se tiende en todas las playas del mundo
mostrándonos sus senos,
de reluciente sudor desnudo.

A veces su luz es verde, como la piel de las salamandras.
Su fulgor es tan sólo preludio de la ceguera.